El proyecto se sitúa en Casablanca, Marruecos. La ciudad árabe tradicional se ha ampliado con nuevos desarrollos modernos, pero estos han colmatado y se ha densificado hasta generar un lugar desarticulado. En el centro de este lugar se encuentra un slum en desaparición. El proyecto consiste en sustituir el slum por vivienda, locales, mercado, talleres y espacios públicos, un Hábitat en Casablanca.
El conjunto es de geometría fuerte y reacciona al lugar creando un barrio uniforme y con vistas a sí mismo, como una ciudad en la ciudad. Esta ciudad se forma a partir de plazas, no existen las calles como tal, sino más bien pasos que conectan las plaza, lugares a la sombra que son tránsitos.
Existen dos mundos: el de las plazas y el de lo que pasa entre las ellas. Las plazas organizan la ciudad, y tienen todas sus fachadas ciegas en primer plano, dando una escala más grande que la humana. Cada una tiene su carácter: un jardín de palmeras, un pavimento de piedra, un lago, un estadio, una carpa…
Entre las plazas aparecen pasos que las conectan y calles estrechas peatonales, que tienen una escala humana. Es el lugar del comercio, de los accesos a las viviendas, un lugar donde protegerse del sol y hacia el que abren todas las cosas. Todo mira también hacia las plazas pero siempre a través de este espacio, desde la intimidad.
El proyecto habla de la relación entre estas dos escalas. La de la ciudad y las plazas y la de las personas y los callejones. La totalidad de la ciudad y la intimidad de la calle y la vivienda.
Se entiende como una medina árabe, siempre presente en las ciudades marroquíes, con callejuelas estrechas, pero a la que se le han excavado una serie de vacíos que dotan a la ciudad de aire, silencios, jardines, agua y lugares inesperados.